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«Dice el general subsecretario que lo llamen Aeropuerto de Murcia»

Juan de la Cierva

Uno de los proyectos que concurrieron a la construcción del aeropuerto de la Región apuntó la posibilidad de que el aeródromo se llamara Juan de la Cierva, en recuerdo del inventor del autogiro. Aunque el Gobierno regional se apresuró a aclarar que no había nombre oficial, el debate inundó las calles. Pero pocos saben que esa misma discusión sucedió hace 1948 años, cuando un grupo de murcianos se decidieron a construir un aeropuerto civil. En aquella ocasión, por cierto, el Estado rechazó el nombre. La Cámara de Comercio ha rescatado ahora del olvido unas sabrosas actas que lo prueban.

La primera reunión se celebró en el aeródromo de San Javier el 31 de julio. En ella participó Agustín Virgili, quien fuera presidente de la Diputación Provincial, y Adrián Viudes, de la Cámara de Industria. Entre otros, fueron designados por el Ministerio del Aire para componer «la Junta Técnica Mixta del Aeropuerto de Murcia».

El primer acuerdo de la Junta fue enviar interminables saludos a distintas autoridades, incluido el ministro del Aire. Ya en aquella reunión, una de las propuestas, impulsada por Virgili, fue «solicitar a la Superioridad la autorización para que el Aeropuerto se denomine Cierva-Codorniú, en prueba de recuerdo del ilustre hijo de Murcia, el glorioso inventor del Autogiro».

La Junta fue convocada de nuevo cuatro meses más tarde. En esta ocasión, en el Ayuntamiento de Murcia. El acta que luego firmaron se encabezaba con la denominación propuesta por Virgili, aunque el contenido de la misma rechazaba el nombre.

El presidente de la Junta, Federico Noreña, jefe de obras del Sector de San Javier, informaba de que el director de Aeropuertos descartaba la posibilidad de llamar Cierva-Codorniú al aeropuerto. En una carta, advertía de que «el excelentísimo señor general subsecretario me comunica que, aunque existen aeropuertos a los que se ha dado el nombre de personas de elevada significación, es criterio del Ministerio el que se designen con el nombre de la población importante más próxima a su emplazamiento, a fin de facilitar con ella la navegación, debido a la cual, no procede denominar al Aeropuerto de Murcia, Aeropuerto Cierva-Codorniú».

Noreña, leída la carta, concluyó que, en lo sucesivo, habría de denominarse Aeropuerto de Murcia. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo. Entre otras cosas, porque el acta se transcribió después de la reunión y en ella se incluyó en el encabezamiento el nombre propuesto por Virgili. Mientras se discutía esta cuestión, la Junta decidió acondicionar un piso en el Aeródromo de Alcantarilla y dotarlo de «un tablero de delineante, un sillón americano y 4 butacas, una máquina de escribir, una mesa para la máquina de escribir…». Y también acordaron «amueblar un dormitorio para el guarda que ha de vivir en el piso».

La Junta concluyó que urgía aligerar los proyectos necesarios para ejecutar la primera pista del futuro aeropuerto «y proceder a la adquisición de los terrenos que comprende la indispensable ampliación del campo de vuelo de Alcantarilla». Por ello, decidieron dirigirse «a las entidades interesadas en la construcción» para que hicieran «efectivas las aportaciones antes ofrecidas y hagan su ingreso en la cuenta abierta en la Caja del Sureste». Aquellas entidades estaban encabezadas por el Ayuntamiento de Murcia y el de Alcantarilla, la Diputación provincial, la Cámara de la Propiedad Urbana de Murcia, la Cámara Oficial Sindical Agraria de Murcia y la Delegación Provincial de Sindicatos. Un tiempo más tarde, aquella comisión se deshizo sin que sus promotores vieran cumplido su sueño. Pero ahora se recupera para la historia como el primer intento que hubo de darle al aeródromo el nombre de tan ilustre murciano.

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