(Artículo publicado en el diario La Verdad, 29 de noviembre de 2021) https://www.laverdad.es/opinion/patologia-social-20211129000827-ntvo.html
Patología social
El otro día salí a dar un paseo y también a comprar unos trapos, que creo que se decía antes, sin darme cuenta de que era la cosa esa del ‘Black Friday’, una nueva forma de rebajas que va sustituyendo a las rebajas tradicionales. Toda la publicidad me advertía por tierra, mar y aire, pero a la hora de salir no me acordé. Las rebajas, parece, tampoco son lo que eran. Las calles estaban repletas en el centro, sobre todo en las zonas más comerciales, de manera que aceleré lo que pude y regresé a casa antes de lo previsto.
Como estas rebajas se dan a finales de noviembre son ya el preludio de las Navidades. Enseguida enlazamos con el famoso puente de la Constitución, que ya es Navidad abierta para muchas cosas (para el consumo mayormente), así que las Navidades duran casi mes y medio, hasta después de Reyes. Y eso porque no contamos que el mes previo a las Navidades, noviembre, en lugar de un mes triste, fúnebre, es ya desde hace tiempo un mes ‘festivo’ debido al Halloween, que ha sustituido al mes de los muertos.
Una de las cosas que se ‘esconde’ modernamente es la muerte. El consumo, que es bueno y necesario cuando no es por necesidad, es decir, para cubrir necesidades básicas, es francachela abusiva que, entre otras cosas, si bien se piensa, es huida de la muerte. Se consume con exceso para olvidar a la muerte, para tratar de ocultarla. Siempre ha existido esa tentación, la fiesta, además de tener otro sentido, también sirve para eso, para olvidar momentáneamente que somos mortales.
Mi tocayo y colega Antonio Botías, nuestro cronista oficial, ha publicado recientemente la novela ‘Cuando vengan a por ti’. Acabo de sumergirme en ella, pero ya, en las pocas páginas que llevo leídas, además de que está muy bien escrita (con un ritmo un poco azoriniano), veo que es un libro sobre la muerte, sobre la muerte antigua, que es algo que ha desaparecido. La novela, igualmente repleta de sabor y sabores antiguos, de lo que tanto sabe Antonio, va sobre la muerte, una muerte antigua en un mundo que convivía con ella, lejos de esconderla bajo oropeles que ingenuamente la disimulan.
La muerte y la fiesta conviven, como en la lucha carnavalesca entre Eros y Tánatos, algo por cierto muy presente en García Márquez ( lo digo porque Botías parece haber construido en su novela una especie de Macondo murciana). Muerte y fiesta siempre han convivido en el imaginario popular. Pero si uno de los extremos intenta anular al otro, es que algo anda mal, estamos ante una patología social.