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La Prensa salió por la puerta grande

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Hubo algunos que dudaron, aunque ningún periódico abundara en el particular, del éxito de su convocatoria. Pero fue tan rotundo el éxito que aquella tarde de toros se convirtió en cita obligada de las Fiestas de Abril en Murcia. Y ahora se cumple un siglo.

El 15 de abril de 1914 se celebraba la primera Corrida de la Prensa, con 8 toros de Veragüa para Cocherito de Bilbao, Paco Madrid, Francisco Posada y Juan Belmonte. Su principal impulsor fue el entonces presidente de los periodistas murcianos, el célebre José Martínez Tornel. Dos meses antes, los diarios anunciaron que la «comisión taurina» de la asociación ya ultimaba los contratos para el festejo.

¿Cómo se gestó el proyecto? La asociación acordó, a comienzos de febrero y en junta general, que los periodistas propondrían dos iniciativas para la próxima Feria. La primera, un festival literario. Y la segunda, como «dieron cuenta los señores Jara Carrillo y García Muñoz», la celebración de una gran corrida. Para entonces ya contaban con el compromiso de Belmonte y Joselito ‘El Gallo’.

En la misma sesión, por cierto, se acordó impulsar la creación de la llamada Federación de la Prensa de Cartagena, Alicante y Murcia, «respondiendo a la iniciativa de dichas asociaciones», sin duda el germen del reciente Colegio Oficial de Periodistas que, en atención a aquel acuerdo, cumpliría otros cien años.

Cupones de ahorro

La movilización fue general. Los organizadores acertaron al repartir las entradas entre los comercios de la ciudad, cuya lista fue reproducida en los diarios. Así, fue posible adquirir localidades en lugares tan conocidos como el Horno de la Fuensanta, la Sombrerería de Belmar o el Café Arenal, junto a otras barberías, farmacias, tiendas de tejidos y hasta en la estación de ferrocarril. El gremio de barberos anunció el cierre de sus locales para el día de la corrida.

La iniciativa no evitó que surgiera el rumor de que, tras la organización, se amparaba «un empresario extraño» que se valía del buen nombre de la entidad. «Esto lo rechazamos enérgicamente», clamaría ‘El Liberal’ el 6 de febrero pues la corrida «se da por la Asociación de la Prensa y para la Asociación de la Prensa, exclusivamente y por su cuenta y riesgo». Así era.

Otra de las acciones publicitarias fue la impresión de cupones-abono, valorados cada uno en 50 céntimos, que fueron repartidos en los comercios. Al reunir nueve de ellos, el aficionado podía canjearlos por una entrada, ahorrándose de paso 50 céntimos sobre su precio. «Esta es una combinación», advertía ‘El Liberal’, «para que el modesto aficionado [&hellip] vaya ahorrando el importe». También se imprimieron otros cupones para mujeres y niños.

Y llegó el día de la llamada en titulares Corrida de la Prensa. «La gente se apretujaba junto a las taquillas, «publicaría el diario ‘El Liberal’, «pugnando por conseguir la anhelada entrada que había de facilitarle el paso a presenciar la corrida organizada por los chicos de la prensa». Belmonte, destacará el rotativo, sufrió una cogida «y perderá las corridas de Sevilla».

El diario ‘El Tiempo’, sin citar a nadie y casi de pasada, recordó las dudas que había suscitado el anuncio de estos festejos entre «aquellos que auguraban grandes males» desde que la «naciente Asociación de la Prensa hechó (sic) sobre sus hombros la monumental tarea de organizar esta fenomenal corrida». Agoreros que olvidaban cómo el 8 de enero del mismo año, la entidad ya había organizado con éxito una ‘matiné’ en el Romea a cargo de la compañía Morano y de varios periodistas, quienes interpretaron el sainete ‘La Redacción’.

El clima también acompañó. Aunque las jornadas previas el sol anduvo «unas miaja vergonzoso», cuando amaneció el día de autos taurinos caía como plomo derretido sobre Murcia. Mañana de primavera. «Y nos arreó un día de verano que sudaban hasta los chicos de mantecado», concluyó el redactor.

El buen tiempo contribuyó a que los denominados trenes-taurinos llegaran a la ciudad colmados de aficionados, de manera que en las calles «ya no se podía dar un paso a la hora del mediodía». La animación era grande mientras, como apuntaba el rotativo, «el mujerío era de gala». ‘El Tiempo’ utilizó una curiosa forma de explicar la presencia de bellas murcianas: «Murcia y su provincia dijeron ¡ahí van mujeres!». En fin.

Durante la jornada también animaron las plazas diversos grupos de muchachas que recaudaron fondos para los más desvalidos «con las alegres notas del pasodoble y los hermosos cantos de la jota».

Los toros que se corrieron fueron Calderero, Molinero, Feo, Rodao, Cañamón, Canario, Balconero y Regalón. Como se acostumbraba, los astados fueron picados en varias ocasiones, algunos hasta siete veces. Tampoco sorprendió a nadie que murieran, de certeras cornadas, seis caballos.

Desde la asociación promoverían aquel año otras tres corridas en Murcia, entre ellas la del día de la Ascensión, lo que evidencia la costumbre de organizar festejos por parte de diversas entidades hasta que la plaza disfrutó de la gestión de la familia Bernal.

Con motivo del Centenario de la plaza, en 1987, la asociación recuperaría sus antiguas corridas, sin que se hubieran celebrado desde 1942. También durante un festejo de este tipo llegaron a Murcia en 1989 toros de Eduardo Miura. Y en otra Corrida de la Prensa vestiría por última vez su traje de luces Curro Romero, el 10 de septiembre de 2000, o tomaría su alternativa Pepín Liria, el 11 de septiembre de 1993. Ahora, desde el Colegio Oficial de Periodistas, su decano Juan Antonio de Heras ultima otro calendario de iniciativas para conmemorar el centenario de aquella primera corrida que pasó a la historia. La efeméride merece la pena.

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