“Hoy es el día en que todos nos hacemos ricos… o lo pensamos”. Así se lamentaba, con absoluta actualidad, un redactor del diario ‘La Paz de Murcia’ a mediados del siglo XIX. El buen hombre moriría sin festejar un premio Gordo en la ciudad. Porque los murcianos solo han sido bendecidos en 10 ocasiones con la anhelada catarata de millones. Y mire que es antiguo el sorteo.
La Lotería Nacional, entonces conocida como Lotería Primitiva, fue creada el 10 de diciembre de 1763 por Carlos III. El monarca se inspiró en un sorteo italiano similar. La finalidad era destinar las ganancias a obras de caridad, aunque pasarían años sin que su deseo se realizara.
Medio siglo más tarde, en 1811, se reformó el sorteo y se renombró como Lotería Moderna por la Junta de Cádiz, aunque la anterior perduró. La excesiva afición de los españoles por la Lotería Primitiva terminó sentenciándola: el 9 de febrero de 1867 fue suspendida por Real orden. Y a otra cosa.
Según las estadísticas, la capital fue agraciada en el año 1986 y 2001. El primer premio de la historia se celebró en Yecla en el año 1846. Apenas se repartieron 20.000 pesetas por cada serie del número 4.457. Además, también tocó en Fortuna en 1964, Cartagena en 1981, La Unión en 1988, Alcantarilla en 2002, Lorca en 2001, Molina de Segura en 2010 y, por último, en Cabezo de Torres, Cehegín, La Alberca y Torre Pacheco en el año 2012. García Izquierdo señaló en su día un undécimo premio entre 1868 y 1914, pero no citó el año ni la fuente.
La prensa de todas las épocas siempre fijó su atención en un sorteo de gran popularidad en estas fechas. A menudo, para lamentarse de la mala suerte de los jugadores murcianos. Ya en 1900, ‘La Paz’ señalaba que, “desde hace treinta y cinco años a que alcanza nuestra memoria en este punto, no ha correspondido ni una sola vez el premio mayor de Navidad”.
Le toca al banco
Otra cosa son los segundos premios. En 1865 muchos murcianos celebraron la llegada de uno de ellos. “Ya era hora de que viniese aquí algún premio decente”, suspiraba ‘La Paz’. Lo mismo sucedió en 1882. Pero en aquella ocasión no todos, curiosamente, habían comprado décimos. El Gordo fue a parar a la oficina “de la Delegación del Banco de esta ciudad”, como anunció ‘El Diario de Murcia’.
La noticia se produjo en plena jornada laboral, mientras algunos vecinos aguardaban en la inevitable cola para pagar sus impuestos. No imaginaban que, de rebote, también resultarían agraciados. Tan grande fue la alegría entre los empleados que, de forma unánime y espontánea, decidieron aquel día no cobrar a nadie los atrasos de las contribuciones. Incluso, como también bromeaba ‘El Diario’, dedicaron parte del premio “a cubrir las cuotas de aquellos a quienes no les ha dado la gana de pagar”.
Queda la duda, porque ‘El Diario’ no lo aclaró más tarde, de si aquella noticia fue una inocentada ya que se publicó el 28 de diciembre. Aunque, de serlo, serían dos. El director del rotativo, José Martínez Tornel, anunció en la misma edición que su más acérrimo contrincante, ‘La Paz’, le había enviado dos capones como presente navideño. Pero Almazán, director de este periódico, respondió a la jornada siguiente que no era verdad, a pesar de que sí “había convidado” a Tornel en prueba del cariño que le profesaba.
Sí es cierto que aquel año cayó un quinto premio en Cartagena y el 24 de julio Murcia recibió un primer premio de 80.000 pesetas. En 1891 volvió el segundo premio, de forma discreta, en los décimos que compraron en Barcelona unos carreteros del barrio del Carmen conocidos como Los Pelaos. Y en 1908, a dos jóvenes de Algezares.
El siglo entró y los segundos premios también. Por ejemplo, el que repartió en 1906 la administración del Puente, en el barrio del Carmen. Fue un empleado de la funeraria quien se encargó de hacer participaciones del número 8.714 y distribuirlas, como publicó ‘El Liberal’, “entre sus amigos”. Incluso se conserva una lista de ellos, donde figuran varios tartaneros, alguna verdulera y “todos gente pobre”.
Hacienda no paga
El estudio de los datos revela que Cartagena ha sido, con mucho, más beneficiada por Navidad. Otro gran pellizco fue a parar a la ciudad portuaria en 1888, aunque ‘El Diario’ anunciaba casi un mes más tarde que “mañana probablemente se remitirán a Cartagena las 500.000 pesetas del premio”. Los retrasos en el cobro debían ser frecuentes. Al año siguiente, también en enero, protestaban en ‘La Paz’ “unas cuentas familias pobres” caravaqueñas porque “hasta la fecha no se haya abonado un premio de 80.000 pesetas de la lotería de Navidad”.
Y lo mismo denunciaban en Murcia, donde esperaban otro premio de “4.000 duros”. Por ello el redactor animaba al delegado de Hacienda a que “dé al lotero el oportuno aviso, pues si bien entre los favorecidos los hay ricos, hay otros que no lo son y necesitan la cantidad que les ha regalado la fortuna”.
Desde muy antiguo, aunque parezca una moda que trajeron los tiempos, el sorteo navideño se anunciaba con mucha antelación. En Murcia, por el año 1887, se encargaba de ello el delegado de Hacienda, quien enviaba a los periódicos el prospecto o anuncio “de la gran lotería de la pascua próxima de Navidad”. Y lo hacía en los primeros días de agosto, aunque ‘El Diario’ advirtiera entonces de que “oportunamente publicaremos los premios que anuncia”.
Las fachadas de los rotativos se convertían en improvisados y descomunales carteles durante el día del sorteo. En ellos se anotaban los números ante una multitud esperanzada en obtener algún premio. Más tarde, una legión de emisarios distribuían por toda la región las ediciones especiales con las listas completas.
A la costumbre de colgar carteles informativos se sumaron algún año los bares murcianos, como sucedió en 1948 con El Alcázar, El Americano, Bar Flor, Casa Manolo del Barrio, Mi Casa, La Cosechera, El Jumillano, Los Cazadores, El Club, Santos o el Olimpia que, según ‘Línea’, tenían “detalles del resultado de este sorteo a medida que se vaya celebrando”. Y, sobre todo, también ofrecían buenos lingotazos para olvidar el disgusto de no verse agraciado.