El Teatro Romea se convirtió anoche en un festivo prólogo del Entierro de la Sardina durante la lectura de la tradicional Pitocrónica, este año a cargo del periodista de “La Verdad” y cronista de Murcia, Antonio Botías, que propuso un emotivo y divertido recorrido por la historia de esta fiesta. Durante la gala, que fue dirigida por Antonio Liza, también se presentó a Doña Sardina, Alicia Hernández, fundadora de la marca de moda Dolores Promesas, y al Gran Pez, Alfonso López Reina, presidente del Grupo Postres Reina. A ambos los animó a disfrutar de todos los actos sardineros y recordó que, “a quien el corazón no se le acelere con los primeros grupos de la cabecera del Entierro, que en Murcia no hace falta aclarar qué Entierro es, no merece llamarse murciano”.
Botías añadió que “el alma de cuantos nacimos en esta tierra es tan sardinera que no concebimos la llegada de esos olores de azahar si en las calles no os encontramos y nos reencontramos con lo que es obligado para todo murciano que se precie: reconocer que cuando paseáis vuestra ilusión por Murcia no solo la colmáis de alborozo, de arte, de tradición y de historia”. Además, en opinión del cronista, “renováis la esencia de lo que significa ser hijo de esta amada ciudad”. Botías advirtió a los sardineros de que “sin vosotros no habría Murcia, y sin Murcia primavera; sin primavera, alegría; y sin alegría el mundo nunca jamás comprendería que si existe la felicidad, es felicidad sardinera”.
El “pitocrónico” recordó que este año se cumple el 30 aniversario desde que se nombrara la primera Doña Sardina, que fue la periodista Ana Romero, “a quien sucedieron espléndidas comunicadoras”, que fue citando una a una, así como a los distintos medios de comunicación donde luego publicaban crónicas. Por eso, animó a Alicia Hernández a “vibrar con la alegría que transmiten los sardineros porque jamás olvidarás estos días que se avecinan”. Sobre el Gran Pez destacó su calidad humana y éxito empresarial, así como sus raíces caravaqueñas.
Como es costumbre entre los “pitocrónicos”, Botías dedicó una parte de su intervención a ensalzar el pito, instrumento indispensable en el atuendo de los sardineros. Así, aseguró que “no es posible andar por el mundo sin pito porque, en negándose a realizar su función, si por mucho soplar a nada suena, el cuerpo se colapsa y uno se siente como sardinero en la plaza de Las Flores, en todo el golpe del mediodía del sábado, sin un aseo libre donde apaciguarse. O, al revés, cuando el pito se empeña en sonar a destiempo, y ni les digo en la madrugada, causa una desazón similar a la del hachonero novato que, se ponga como se ponga, todo el humo acaba en su cara”.
El cronista añadió que el pito sardinero “es la banda sonora de la primavera murciana, que es algarabía de juguetes, de pitos que son abanderados de la guasa”, cuyo sonido iguala a todos bajo el traje “de encendidos colores y son capas al viento de azahar que acarician la urbe y convocan a los dioses del Olimpo, porque el Olimpo fue antaño Murcia, para mezclarse con nosotros y reclamar la raspa de la Sardina, cuando las gentes vienen de quemarla en Martínez Tornel, que cantara Galiana, aquel que dijo: “Un pito y una espada es un tesoro”.
El periodista quiso dedicar su Pitocrónica a los sardineros antiguos, a los que hicieron posible que el Entierro de la Sardina se haya convertido en parte indispensable de los festejos murcianos. Así, recordó “a cuantos nos precedieron en ensalzar Murcia cada año vistiendo el uniforme de primavera, que es el traje sardinero, a cuantos desde el Olimpo nos acompañáis esta noche”.
Diversión y algarabía
Sobre esos instantes previos al desfile, Botías recordó que “Murcia era ya un revuelo de gentes ilusionadas, de aromas a pasteles de carne y latas de cerveza, de la Estrella, claro, de meriendas improvisadas, de trasiego de carritos de globos, de gitanos fiscalizando sillas cual inspectores de Hacienda, de impaciencia de grandes bolsas vacías que uno esperaba llenar, de reencuentros con tantos amigos que no entendían ser murcianos sin estar ese sábado a pie de calle aguardando vuestro paso”. Por último, insistió en que “vosotros, amigos sardineros, sois la sal de esta tierra que al llegar la primavera colmáis la ciudad de fiesta, de bullicio y de ilusión”.
Durante el acto intervino el presidente de la Agrupación Sardinera, José Antonio Sánchez, quien agradeció a Doña Sardina y al Gran Pez el que hubieran aceptado tan destacado nombramiento. La gala contó con las actuaciones de Salva Ortega, Sara Zamora y el grupo Atrezo. El cronista oficial de Murcia concluyó su intervención dando las gracias a la familia sardinera porque, “al margen de la diversión y la algarabía, que son inmensas, lográis forjar a fuego de Marte tantos recuerdos en los corazones de esos diminutos murcianos. ¿Existe en el mundo un desfile que uno pueda disfrutar con los niños mientras lo son pero también cuando crecen pues hasta el más anciano retorna por unas horas a su infancia?”.
(Publicado en ‘La Verdad’ el 27 de enero de 2018)