19th Ave New York, NY 95822, USA

Un Bando en plena Feria de Septiembre

FOTO1

Carrozas con barracas huertanas, con su cántara húmeda a la sombra de la acostumbrada parra y el trocico de espejo embutido en la fachada, por el corazón de la ciudad. Pero no sucedió el martes de Pascua, cuando se acostumbra a festejar el Bando, sino a comienzos de septiembre. Fue en 1939.

En la primera noticia sobre el desfile, de la que dio cuenta el diario ‘Línea’, se anunciaban los preparativos para fijar el orden y formación del cortejo, así como los lugares donde se recitarían los populares bandos, “de los que es autor el presidente de estos festejos, Emilio, el de los Muebles”.

Este Emilio, apellidado Martínez López y nacido en 1892, mantuvo una tienda de muebles junto a la antigua posada del Puente Viejo. Su popularidad e ingenio para la composición de bandos panochos le valió el título de Panochista de Honor (1958) y de Perráneo Mayor del Bando (1959), ambos concedidos por el Ayuntamiento de Murcia.

Aquel Bando excepcional arrancó en la plaza de Santa Isabel para recorrer Santa Catalina, plaza de las Flores, San Pedro, plaza de Jara Carrillo, Frenería, Belluga, calle Salzillo, Trapería y Platería, Pascual, plaza de Martínez Tornel y Glorieta de España.

La ciudad en Feria
Aunque apenas hacia unos meses del final de la Guerra Civil, sin contar la escasez de recursos para organizarla, la Feria de 1939 ofreció a los murcianos muy diversos alicientes. Cada tarde y hasta bien entrada la noche, dos bandas de música amenizaron las veladas en La Glorieta. La llamada “farola del Arenal” se adornó para la ocasión con “una iluminación eléctrica profusa y artística”.

El Gobierno Civil, en atención a las fiestas, permitió que los bares y cafés del término municipal permanecieran abiertos hasta la una de la madrugada, aunque prohibió despachar bebidas alcohólicas más allá de las once de la noche. Similar regulación fue aplicada a tabernas y puestos de venta callejeros.

Para la feria taurina, otro de los pilares tradicionales de los festejos septembrinos, se organizaron “grandiosas corridas” con Vicente Barrera, Juanito Belmonte y Pascual Márquez. Sin olvidar el espectáculo taurino-musical de Llapisera y El Empastre, “con el famoso rejoneador en automóvil Luis Aguado”. O la llamada Novillada de los Ases que protagonizaron Niño del Barrio, Pepe Luis Vázquez, Paquito Casado y Luis Mata.

El desfile se celebró el domingo 3 de septiembre. Si la fecha podía sorprender a alguien, no así sucedió con el día elegido. De hecho, hasta antes de la Guerra, el Bando recorrió las calles el Domingo de Resurrección, detrás de la procesión del Resucitado.

La comitiva estuvo encabezada, a modo de heraldo, por una gran reproducción de un típico plato huertano, con orla de naranjas y limones. Los periódicos publicaron que detrás desfilaba la Banda de Música de la Falange, reproducciones de gusanos de seda y huertanos con trajes típicos que portaban “corbos de melocotones”.

Paella con trébedes
Otro de los grupos que más llamó la atención de los espectadores, que se contaron por miles, estaba formado por varios huertanos que portaban “una monumental paella y sus trébedes (trípode) incluidos”.

La siguiente carroza, de las tres que salieron a las calles “con las típicas parras a la puerta”, fue la denominada ‘Perráneo’. Su llegada era anunciada por un particular heraldo, que representaba el bastón de mando, la montera y una manta murciana. Sobre la carroza desfiló Emilio, el de los Muebles, quien “recitaba romances adecuados hechos por él con bastante acierto”.

De uno de estos romances o Bandos del Perráneo, titulado “¡Ya s’a rematao la Guerra!”, se hicieron miles copias para su venta durante el desfile. Costaban 25 céntimos y la recaudación, como el propio folleto advertía, “será destinada para restaurar el santuario de Nuestra Sra. la Virgen de la Fuensanta. Patrona de Murcia”.

El Bando de 1939, como no podía ser de otra forma, ensalzaba la victoria de Franco y la carencia de alimentos durante la contienda. “¡Qué hambre habemos pasao! ¡Vaya panzá de lentejas!, ¡Qué caras que hemos mercao las pavas de La Arboleja!”, lamentaba Emilio en su composición.
La segunda carroza, titulada ‘Tinajero’, iba tripulada “por señoritas ataviadas con el traje regional”. Y la tercera consistía en una barraca en cuya puerta varias parejas bailaban las típicas parrandas.

Una película huertana
El desfile se completó con comparsas alusivas a objetos tradicionales de la huerta, enormes reproducciones de frutas y hortalizas y chocolateras, además de otra banda de música que cerraba el cortejo. Sobre el lugar del recorrido donde se proclamaron los bandos apenas refiere nada la prensa. ‘La Verdad’ publicó que estuvieron a cargo de Emilio, el de los Muebles, y fueron recitados “en los sitios de costumbre”.

El diario añadía que el desfile concluyó en La Glorieta, que se encontraba “completamente abarrotada de público, quemándose una monumental traca”. Antes, en varios lugares de la plaza, volvieron a bailarse parrandas “por auténticas y diestras parejas de nuestra huerta”; como informó ‘Línea’.

Por aquellos días también se preparaba el casting de la película ‘La alegría de la huerta’, dirigida por Ramón Quadreny y estrenada al año siguiente. Por ello, según los periódicos, “se desean chicas que tengan ropa típica de la huerta y sepan bailar para tomar parte en la filmación”. Las pruebas se realizaron en el Teatro Romea, “de cuatro a seis de la tarde todos los días de la semana”. Días que, pese a la Feria, fueron los más huertanos del año.

Posts Relacionados

Dejar un comentario

error: Content is protected !!