Los veranos fríos en Murcia podrían contarse con las varillas de un abanico. Pero algunos hubo y, por cierto, no es necesario escarbar en legajos remotos para recordarlos. El anuncio del canal meteorológico francés Metéo acerca de la existencia de un 70% de probabilidades de que este verano fuera el más fresco y húmedo desde 1816 desató hace unos días una catarata de reacciones. De entrada, es verdad que 1816 pasó a los anales como el «año sin verano», en gran medida por la escasa actividad en el sol, la misma que causó en la segunda mitad del siglo XVI la llamada Pequeña Edad del Hielo.
No cabe duda, según anunció la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que el pasado mes de marzo fue el más lluvioso en España desde el año 1947, cuando comenzó a registrarse la cantidad de precipitaciones. Y el mes de mayo el más frío desde 1985, con 1,2º por debajo de la media.
A pesar de los anuncios, las mínimas históricas en Murcia siempre se produjeron durante el mes de diciembre. Así, la estación de Alcantarilla anotó el 28 de diciembre de 1940 una temperatura de -6º. Para superarla hay que remontarse al 15 de enero de 1871 cuando en Murcia bajaron los termómetros hasta los -5,5º.
Si en algún lugar del mundo el tiempo cambia a su antojo es en esta tierra. En 1886, por ejemplo, los murcianos padecieron hasta 31.7 grados en pleno febrero. Sin embargo, otros años, como sucedió en 1988, las temperaturas no subieron hasta la primera semana de julio, después de casi 15 días de lluvias. De igual forma, la temperatura media más alta del verano de 1997 se situó en España en solo 21.3º.
Según los datos de Aemet, la temperatura más alta registrada en España durante el siglo XX azotó a Murcia el 4 de julio de 1994: la estación ubicada en el instituto Alfonso X marcó 47,2 grados centígrados (en Alcantarilla se registraron 46,1º el mismo día). Si ahondamos en el siglo XIX, aunque con menor rigor científico, la estación de Alfonso X ya había señalado 47,8 grados el 29 de julio de 1876. Al día siguiente, el diario La Paz insertó un breve donde anunciaba que «ayer subió a 46º el calor a la sombra y al aire libre. Anoche a la una marcaba el termómetro 34º centígrados».
No fue algo puntual. El temor a una mayor subida de las temperaturas también quedó inmortalizado en la prensa. Como publicó La Paz, hubo muchas personas que advirtieron de que, «del día cuatro al cinco de agosto, los calores serán tan extraordinarios que harán imposible el tránsito por las calles y la estancia en las casas». No fue para tanto.
Unos días después se conoció la auténtica temperatura del histórico 29 de julio, que publicó en el Boletín el catedrático de física Olayo Díaz. Según el cientifico, la temperatura al sol ascendió hasta 65º. Atribuía tanto calor a las ráfagas de viento africano.
Hace ahora diez años justos, la Región también sufrió una histórica ola de calor durante los meses estivales. Murcia alcanzó las 60 noches tropicales, esto es, días con temperatura mínima mayor o igual a 20 grados. La media entre los años 1971 y 2000 solo era de 28,7 noches.
Murcia, otro cantar
La última vez que el país atravesó un verano fresco fue hace apenas dos años, cuando los meteorólogos registraron una temperatura media en julio de 23,3º. ¿Pero qué sucedió en Murcia? Lo contrario. Porque en nuestra Región, sobre todo en algunas zonas de costa, incluso se rebasaron las máximas históricas de calor. De hecho, se superó en 2 grados la temperatura media desde que empezó a medirse la serie histórica en 1971.
Los veranos frescos, por otro lado, tampoco son tan excepcionales y antiguos como creemos. En 1960, ‘La Verdad’ señalaba el escaso calor que había hecho durante los meses estivales. El 22 de junio de 1894, Martínez Tornel publicó en su Diario de Murcia: «¡Gracias a Dios que va haciendo calor!». El periodista añadía que «tiempo que no da lo que es natural, no puede ser bueno. Hay una cosa más absurda que un invierno en que hiciese calor: y esta otra cosa más absurda sería un verano frío».
El verano de 1926, a juzgar por las predicciones de un «astrónomo yanqui», como lo describía el diario murciano El Tiempo, iba a ser atípico. Pese a tanta alarma, la ciudad soportó durante la festividad de Santiago uno de los más calurosos días que se recordaban. «Hay que anotar -destacaba el redactor- que el astrónomo yanqui que nos predijo un verano frío y agradable no ha quedado muy airoso».
Una fría economía
De cumplirse las predicciones, los meses que se avecinan podrían parecerse a aquellos de 1977 cuando, además, los comerciantes no hicieron su agosto. «Lo insólito del clima y la crisis económica -contaba el diario Línea- han hecho de este verano, frío en grados y en dinero, motivo de disgusto para más de uno».
Más insólito resulta que en estas tórridas latitudes prosperara desde antiguo un refrán que rezaba: «En agosto, frío en el rostro». Conocemos el dicho por el gran número de veces que los periodistas de distintas épocas lo recordaron en sus crónicas para probar que era falso. «No es cierta semejante aseveración», clamará el periódico El Heraldo en 1898. El calor, continuaba el rotativo, seguía siendo «sofocante y los achicharramientos de los rayos de sol ejercen su destructora influencia».
Otros años no fue así. El 6 de agosto de 1933 ‘La Verdad’ noticiaba que, al atardecer, «ya cae el relente». Entrada la segunda quincena, con sus tormentas y las remotas cabañuelas, el verano tornaba a su fin. Más o menos como ahora. Incluso existe un refrán que advierte de que «primer día de agosto, primer día del invierno». Si se considera tradicional una ola de calor por San Lorenzo, el 10 de agosto, no menos cierto es que resulta pasajera. De ahí que otra máxima señale cómo «cuando San Roque [día 16] vuelve la espalda, el tiempo cambia». A fin de cuentas, por concluir citando al sabio refranero, «no hay mes de agosto que se parezca a otro».